El proyecto plantea un edificio plurifamiliar de 25 viviendas, ubicado en un enclave natural privilegiado, enmarcado por el río Guadalbullón, el arroyo Torrebermeja, y el Camino del Molino Viejo. La propuesta se materializa en un volumen blanco puro, que emerge de la naturaleza como una pieza serena, en diálogo con el paisaje circundante, ofreciendo vistas privilegiadas hacia Sierra Mágina y el castillo de La Guardia de Jaén.
El edificio se eleva sobre el terreno, liberando la planta baja, lo que permite una conexión visual continua entre el acceso principal y el entorno natural. Esta planta se concibe como un espacio flexible y polivalente, diseñado para actividades colectivas y recreativas, fomentando la interacción de los usuarios con el entorno. Sobre esta base ligera y transparente, se eleva el cuerpo suspendido que alberga la zona residencial privada, un volumen compacto y ordenado que establece un contraste entre la solidez de su materialidad y la ligereza de su disposición sobre pilotes.
El acceso a las viviendas se realiza mediante una galería exterior perimetral en la fachada noreste, optimizando la circulación y garantizando la ventilación cruzada en todas las unidades. Este elemento actúa como un umbral funcional y estético, separando los espacios privados del entorno y potenciando la experiencia de transición entre el interior y el exterior.
En contraposición a la horizontalidad que definen las plataformas de las galerías, se elevan dos columnas verticales, ubicadas fuera del eje principal. Estas columnas, que alojan las comunicaciones verticales del edificio, constituyen elementos escultóricos que generan un diálogo dinámico entre los distintos niveles del conjunto, enfatizando su carácter monumental y contemporáneo.
La fachada suroeste, que alberga las estancias principales de las viviendas, se abre completamente hacia las vistas panorámicas de la sierra y las zonas comunes exteriores. Este frente, diseñado con un lenguaje minimalista, incorpora un juego de volúmenes y ritmos variables, que otorgan dinamismo al conjunto sin competir con el protagonismo del paisaje natural. Cada vivienda cuenta con amplias visuales hacia las áreas recreativas, que incluyen una piscina recreativa, pistas deportivas, senderos y zonas de descanso, diseñadas para fomentar el ocio activo en contacto con la naturaleza.
El edificio, concebido como una pieza abstracta y atemporal, utiliza su blancura como un recurso poético que resalta el verdor del entorno, mientras que el ritmo de sus volúmenes genera una narrativa arquitectónica discreta y elegante. Esta propuesta busca armonizar con su contexto natural, maximizando las visuales, respetando el terreno y ofreciendo un espacio habitable que invita al usuario a contemplar y disfrutar del paisaje que lo rodea.
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