BLoque_33 viviendas

El edificio se inserta en una parcela de marcada topografía, donde la intervención busca establecer un diálogo equilibrado entre el terreno natural y el volumen construido. Este se asienta en la zona más amplia de la parcela, desconectándose del terreno mediante una planta libre que funciona como una meseta elevada y cubierta en el nivel de acceso. Esta estrategia genera una relación fluida entre los espacios exteriores y el edificio, creando terrazas a doble altura que articulan áreas de ocio diferenciadas: un espacio cubierto y otro descubierto, ambos orientados a las mejores visuales.

El volumen principal se configura en cuatro niveles, donde la planta baja actúa como basamento libre, y las plantas superiores, que albergan los apartamentos, se elevan y se desconectan del terreno sobre esbeltos soportales. En el nivel semisótano se encuentra el garaje, completamente enterrado en la parte trasera, aprovechando el desnivel del terreno para resolver la funcionalidad técnica y estructural sin alterar la estética del conjunto. Esta disposición genera un marcado escalonamiento que no solo respeta la topografía, sino que también la transforma en un activo arquitectónico.

El edificio se organiza mediante un esquema de crujía única, optimizando su disposición para garantizar que todos los apartamentos estén orientados al sureste, donde se encuentran las mejores vistas. Esta orientación no solo maximiza la entrada de luz natural y la calidad del confort térmico, sino que permite contemplar paisajes emblemáticos como el castillo de La Guardia de Jaén, el castillo de Santa Catalina, la sierra y el río Guadalbullón. La fachada opuesta, con una orientación menos favorable, se destina a una galería exterior que facilita la distribución y refuerza la privacidad de las estancias principales.

Para aprovechar las privilegiadas vistas hacia el sureste, el diseño introduce terrazas exclusivas y privadas para cada apartamento, concebidas como extensiones exteriores que borran los límites entre interior y exterior. Además, se proyecta una piscina infinity y un lounge bar privado que actúan como elementos vertebradores del ocio comunitario, complementados con una piscina cubierta climatizada con vistas a la sierra, dos terrazas a doble altura y una zona de solárium. Estos espacios de agua y descanso, cuidadosamente orientados, capturan la luz solar desde primeras horas de la mañana, evitando generar sombras indeseadas sobre las áreas recreativas.

La volumetría del edificio se concibe como una gran pastilla blanca suspendida, cuya masa sólida se aligera mediante sustracciones que generan huecos estratégicos, configurando terrazas privadas que otorgan ritmo y dinamismo al conjunto. Los volúmenes principales se dividen en dos partes a través de un giro estratégico, que introduce un vacío central de forma triangulada. Este gesto escultórico, además de fragmentar y ordenar la composición, genera un juego de luces y sombras que otorga profundidad y movimiento al edificio, transformándolo en una presencia icónica dentro del paisaje.

En términos materiales, el proyecto apuesta por acabados sobrios y luminosos que refuerzan la integración visual con el entorno natural. La blancura predominante del revestimiento remite a la idea de una roca tallada, mientras que los detalles en materiales cálidos, como madera o piedra, introducen una textura que conecta el volumen con el paisaje circundante.

El programa contempla 33 apartamentos diseñados con criterios de confort, privacidad y conexión con el entorno. Además, se desarrollan espacios de ocio al aire libre que incluyen zonas refrescantes con piscinas, un lounge bar, dos pistas deportivas, un mirador en la cota más alta y senderos arbolados que recorren la parcela. La propuesta apuesta por equilibrar la vida urbana con una experiencia residencial inmersa en un entorno natural, priorizando estrategias de integración paisajística y sostenibilidad espacial.